sábado, 28 de noviembre de 2015

Evolución Histórica

Desde el comienzo de la era informática los terminales de salida de información de los ordenadores han ido mejorando considerablemente. Al principio sólo comprendían una simple impresora, luego aparecieron las pantallas de visualización en las que los datos aparecían con mucha mayor rapidez que en una impresora. Pero estos primeros sistemas de visualización presentaban numerosos inconvenientes: el más grave consistía en lo largo y enojoso de examinar en gran número de datos expresados en forma de palabras y frases, es decir, codificados en caracteres alfabéticos y numéricos en continua sucesión temporal. Este sistema no es capaz de aprovechar la extraordinaria capacidad que tiene la visión del ser humano para localizar rápidamente algo especialmente interesante situado en un espacio de disposición compleja. Hasta entonces, el sector de los sistemas de información habían dominado las modalidades alfanuméricas. Pero la situación fue cambiando y aparecieron, sobre todo en el mundo empresarial, planteamientos nuevos en los que se reclamaba ver “información” y no simplemente “datos”; entendiendo por “información”, las curvas de tendencias o los gráficos de barras. La posibilidad de utilizar pantallas de más resolución, así como la disponibilidad de mejores programas de tratamiento de imagen permitieron nuevas formas de presentar la información, con las que era posible que la pantalla del ordenador mostrara imágenes analógicas de los ítemes disponibles. De esta forma se permitía una interacción persona-máquina más , en la que el usuario el proceso que siguen los datos que maneja. La realización de un sistema de imágenes interactivas requería dos progresos: la mejora de las pantallas y la disponibilidad de memorias electrónicas de gran capacidad. Se puede considerar que los verdaderos multimedia tienen su comienzo en 1978 cuando el Architectrue Machine Group del Massachesetts Institute of Technology presentó el primer sistema combinado de ordenadores y videodiscos. El grupo de arquitectura de máquina del MIT diseño lo que denomiban SDMS (sistema de gestión especial de los datos), sistema basado en explorar las posibilidades de las imágenes como representación espacial para acceder a la información almacenada en bases de datos electrónicas. Los datos se buscaban en un gráfico representado visualmente en pantalla, en vez de solicitarlos mediante una serie de órdenes escritas –verbales y numéricas-. El sistema partía de la especial aptitud del ser humano para localizar rápidamente y de modo preciso los objetos en el espacio. En el experimento se utilizaba una habitación especialmente diseñada, en la que una de las paredes se había sustituido por una gran pantalla formada por una placa de cristal “deslustrado”, sobre la que se podían proyectar imágenes desde la habitación contigua. Frente a esta pantalla se situaba un sillón para el usuario con dos pequeñas palancas y una tecla sensible en cada uno de los brazos del sillón y a ambos lados del usuario unos monitores de televisión con pantalla táctil. En cuanto al sonido, ocho altavoces situados en las paredes rodeaban al sujeto y un micrófono permitía al usuario dar órdenes al sistema. Uno de los dos monitores ofrecía un “menú” analógico de aplicaciones disponibles. Mediante las palancas, o directamente con el dedo, el usuario “se desplazaba” a través de las imágenes y las seleccionaba, apareciendo entonces lo seleccionado en la pantalla mural. El tamaño de la imagen podía regularse a voluntad mediante un mando tipo zoom.



 El segundo monitor tenía como función facilitar el manejo de la información correspondiente al objeto seleccionado, por ejemplo podía mostrar el índice de materias de un objeto tipo libro. El SDMS constituyó una alternativa al acceso habitual a los datos en una base simbólica, pero en ningún momento se planteó la utilización de la imagen interactiva como un sustituto, sino como un complemento del uso de los teclados. Como consecuencia de las investigaciones del Architecture Machine Group se desarrolló una serie de aplicaciones, siendo la más popular el de Aspen. Para realizar el que sería el primer multimedia se grabaron en soporte cinematográfico las calles de la ciudad de Aspen (colorado) Filmando cada calle en las dos direcciones y con una cadencia de un fotograma por metro real de la calle. Al montar en un videodisco los segmentos de calle rectos y en otro videodisco las curvas, el ordenador permitía la sensación de estar conduciendo. Se podía mirar por la ventanilla, parar delante de un edificio, entrar, o volar en helicóptero sobre mapas “reales” e ir dejando una huella sobre el camino recorrido que permitiera el regreso. La meta a conseguir era la interacción total, en tiempo real, entre el usuario y el sistema de tratamiento de los datos, como si éste se tratara de un auténtico interlocutor; pero un interlocutor sumiso y obediente a las instrucciones que el usuario le suministre por medio de sus dedos, de sus ojos, o de su voz. En EEUU, en 1979, se producen las primeras aplicaciones comerciales de video interactivo: General Motors instaló 12.000 unidades de videodisco industrial en su red de distribuidores. Y en 1980, Pioneer saca al mercado su primer reproductor LaserDisc de tipo doméstico. A principios de los años 80 se inició el desarrollo de equipos para almacenar información en formato óptico, este tipo de tecnología supuso la posibilidad de almacenar una mayor información en un espacio menor, y por lo tanto un paso imprescindible para el almacenamiento de imágenes en soporte informático. Al soporte desarrollado se denominó videodisco y aportaba una importante característica para el desarrollo posterior de los multimedia, y es que su lector era fácilmente controlable por medio de un ordenador.








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